− ¿Qué imaginas si te digo Pienso luego existo?
− ¡Que pinche aburrida eres güey!
− No, en serio. ¿Y si te digo Cogito ergo sum?
− ¡Ah! Pues yo me imagino… ¡ja, ja ja!... pues una…
− Lo debí imaginar, ¡cerda!
− ¡Oh pues!
Y mientras yo pensaba en existir y existía para pensar, mi hermana seguía recordando la verga dura que carga entre las piernas su novio en turno.
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